En carretera

El día del prólogo fue fatal. Hoy, más de 20 años después todavía no sé que pasó. El programa tuvo una falla en la presentación impresa, en el resultado. Eran aproximadamente 100 ciclistas y cuando se imprime el resultado, los últimos 5 salían desordenados, desconfigurados. Se hizo, se deshizo, todo lo que pareció factible se intentó y no se logró resolver. El Prólogo se corrió al final de la tarde y el boletín se repartió en la noche y a primera hora de la mañana debido a la falla. Como no afectaba el cálculo de resultados y clasificaciones, prácticamente solo se definía la camiseta de Líder, el asunto tuvo mas efecto moral que otra cosa. Esa noche se trabajó hasta la madrugada buscando la falla y no apareció.

Por cierto que cerca del inicio de la carrera apareció un proceso adicional e inesperado que requirió esfuerzos especiales, la emisión del Boletín. En los meses anteriores se hicieron pruebas y cálculos para imprimir todos lo boletines con 3 o 4 impresoras de cinta trabajando simultáneamente pero se tuvo que descartar, se tendrían que fotocopiar. Así que el equipo de computación recibió un encargo mas: reproducir los boletines, eran mas de cincuenta y había que reproducir y guardar otros tantos para la memoria o informe final del ultimo día de competencia. Los primeros días eran unas 10 páginas por boletín, pero a medida que se alargaban las clasificaciones se iban acercando a las 20 páginas cada uno. El Prólogo se fotocopió en las oficinas de FM Sistemas y se repartió en los diferentes alojamientos de San Cristóbal.

La primera etapa fue el circuito de las Avenidas España y 19 de Abril. Muy temprano nos sacudimos el cansancio acumulado y el trasnocho anterior pues en esta primera etapa ya aparecerían Clasificación de la Etapa, Clasificación General, Metas Volantes, Mejor Extranjero, Mejor Joven, Diferencias en Tiempo y cómputos en puntos, entre otros procesos. Cuando llegamos a la zona donde tradicionalmente se establece la partida y la llegada hubo cierta confusión sobre donde ubicar nuestros equipos y terminamos en un kiosko metálico de los que se usan para vender refrescos colocado en la acera frente a los Pabellones de Exposición (llamados Venezuela y Colombia). Todos habíamos pensado que la logística la había resuelto alguien y no había nada previsto. En tiempo record nuestra gente resolvió la alimentación eléctrica y el mobiliario. Lo que no se resolvió fue la presencia de un sol sahariano que convirtió el kiosko en un horno solar. Además de las consecuencias en quienes tuvimos que someternos a las altas temperaturas, la computadora se apagaba cada rato pues ellas necesitan para trabajar temperaturas máximas de aproximadamente 20 º Centígrados y allí se acercaba al doble. Así que en la primera etapa, aunque no tanto como en el prólogo, hubo demora pues se tuvo que terminar el trabajo y la reproducción en la sede de la Empresa. Pero la buena noticia nos la dio el programa que se había elaborado pues los cálculos fueron correctos y la presentación no presentó inconvenientes. Al entregar los boletines le manifestamos a los que creíamos podían resolver, prever una mejor instalación para los equipos en la segunda etapa y nos fuimos a descansar.

La siguiente etapa era de San Cristóbal a Táriba, después de una serie de “travesías” en carreteras cercanas. Cuando arribamos a la Basílica de Nuestra Señora de La Consolación y buscamos donde trabajaríamos nos llevamos una sorpresa. Nos señalaron otro kiosko de refresco ubicado en la esquina media cuadra después de la línea de llegada. Pero en ese momento, antes de iniciarse la Etapa en San Cristóbal, en Táriba no había nadie que nos diese alternativa. Como vivo en Táriba, a dos cuadras de la Basílica, habilitamos una gran sala de comedor que había en mi casa, mas de 35 mts 2, y allí se instalaron la computadora del sistema, la de “repuesto”, la fotocopiadora y los insumos. De esta solución “alterna” salió algo bueno. Como era “mi” casa, tuve la posibilidad de controlar quien accedía, quien franqueaba la puerta, y eso permitió trabajar sin demasiadas interrupciones. En esta llegada por primera vez hicimos las cosas mas cerca de lo previsto, gracias al ya señalado control de acceso. Para el equipo de computación todavía no era una experiencia completa en una etapa de la vuelta pues nos sentíamos “en casa”, de hecho cada quien durmió en la suya esa noche.

Hay que decir que, aún cuando hoy no recuerdo las razones, no se cumplió la fase de pruebas antes de la Vuelta como se había previsto. Originalmente todo se probaría en la Vuelta a Bramón, la parte oficial trabajaría manualmente pero nosotros haríamos un “procesamiento fantasma” solo para pruebas y ajustes. Como no se hizo así, las pruebas y ajustes fueron en las primeras etapas. En Táriba el proceso volvió a funcionar correctamente, pero aun nos demoramos mas de lo previsto en la entrega del boletín.

La tercera llegada era San Juan de Colón. Se previó llegar con anticipación, pero no lo suficiente, hubo que apresurarse para montar los equipos y lo logramos por poco tiempo. El sitio de procesamiento era inmejorable, la sede del liceo Militar 4 de Agosto. Nos recibió un oficial que había sido encargado para coordinar y se desempeñó de manera impecable. Volvimos a contar con la ventaja de un acceso controlado, esta vez por Guardias Nacionales. Nuevamente mejoramos la velocidad de trabajo pero sin alcanzar el tiempo previsto que era media hora para introducir los datos e imprimir el original del boletín que se fotocopiaría. Nuestro tiempo empezaba a correr desde que terminaban las deliberaciones de los comisarios, que seguían un libreto reglamentario y su duración variaba. Todavía logramos dormir en nuestras casas esa noche.

Al otro día cada quien llegó a la sede de la Empresa con su equipaje, volveríamos a San Cristóbal la semana siguiente, después de pasar por Mérida y Barinas. Esa etapa llegaba a La Grita, mientras la caravana daba la vuelta al Circuito de carreteras de La Fría, Orope y Coloncito. Así que esta vez llegamos a tiempo al lugar de trabajo, el Liceo Militar Jáuregui. Allí nos recibieron con la misma eficiencia y orden que en Colón, pero esta vez efectivos del Ejército. En La Grita las cosas funcionaron aún mejor y ya comenzábamos a entender la complicada coreografía de la Vuelta, sin tener que tropezar o incomodar en cada paso que dábamos. Como fue nuestra primera etapa en carretera propiamente dicha, pagamos novatadas de otro tipo, pero se incorporó al equipo como apoyo logístico un respetado hombre de negocios de San Cristóbal, Don Pedro Velasco, quien fue un gran soporte dada su experiencia gerencial. En las siguientes etapas, llegadas en Tovar y en Mérida, las cosas funcionaron muy bien y en esta última ciudad se logró entregar el boletín en los tiempos previstos.